Las barreras en internet suelen ser comerciales. Los derechos de emisión o de uso en base al territorio físico en el que nos encontremos son habituales. Pero en cuanto a información, a realidades, hasta ahora podríamos decir que nos encontrábamos ante una sola internet, una sola realidad.
Puede que no seamos conscientes pero ya es una realidad que no podamos acceder a los mismos contenidos dependiendo del país en el que nos encontremos.
Por ejemplo, el catálogo de Netflix no es el mismo en España que en Estados Unidos. O podremos o no instalarnos una app en el móvil si estamos en los países aprobados para ello, es lo que nos podemos encontrar si queremos probar la nueva app de mensajería de Instagram, Threads. Que en EEUU si que te la puedes instalar, pero en España no.
Las barreras en internet suelen ser comerciales. Los derechos de emisión o de uso en base al territorio físico en el que nos encontremos son habituales. Pero en cuanto a información, a realidades, hasta ahora podríamos decir que nos encontrábamos ante una sola internet, una sola realidad.
Acaba de publicarse una sentencia del tribunal de justicia europeo que afecta a cómo se debe aplicar el derecho al olvido en buscadores como Google. Concretamente la sentencia es el resultado de una reclamación del buscador sobre la obligatoriedad de borrar de sus resultados las reclamaciones que le hacen en este sentido. El tribunal ha delimitado que solo lo debe hacer en los países miembros de la Unión Europea. Por lo que esta sentencia deja abierta la puerta a que un resultado no sea accesible, por ejemplo, en España, pero sí desde Argentina o República Dominicana.
Ya han empezado a salir reflexiones interesantes sobre el tema. La primera que creo que vale la pena es la de Enrique Dans. Aboga porque el derecho al olvido no existe. Contrapone el derecho a la privacidad a la escritura de una realidad paralela.
Otra reflexión acertada es la que hace Albert Cuesta en el podcast L@ Net de Catalunya Informació. No es tanto la limitación a borrar resultados sino el camino que está tomando Internet. Hasta ahora teníamos dos Internet claramente definidas. La China y el resto. Pero parece que Europa con sus normas mucho más restrictivas (cómo la RGPD) está configurando una tercera Internet que irá poniendo normas a unas grandes que hasta ahora era las que habían ido por delante de la legislación.
La segmentación de Internet puede afectarnos en muchos aspectos. La percepción de la realidad puede variar y en consecuencia las decisiones que adoptemos frente a ella.
Pero no todo está ya decidido. La justicia europea en otra sentencia decreta que los tribunales de la UE pueden ordenar a Facebook eliminar contenidos ilícitos con carácter global. Decisión a la que Zuckerberg no ha tardado en responder con una amenaza de denuncia igual que hizo Google, alegando que se pone en peligro la libertad de expresión.
Esta vuelta a la globalidad, aunque adulterada, también viene acompañada por una reciente decisión de la corte federal de apelaciones en EEUU sobre los esfuerzos del Presidente de la FCC, Ajit Pai, para hacer retroceder las reglas de la era Obama para preservar la neutralidad de la red. Aunque el tribunal respaldó la medida de la Comisión Federal de Comunicaciones, también abrió la puerta para que los estados promulgaran sus propias normativas sobre el tema.
La clave estará de aquí en adelante saber si nos encontramos ante una «realidad adulterada» y si podemos contar con una «realidad contrapuesta» para confrontar la información y sacar nuestras propias conclusiones.