Economía de plataforma y plataformas por derechos

  • 30 julio, 2018
  • Por Jaume Ríos

La economía de plataforma ha cambiado nuestra forma de consumir servicios y al mismo tiempo, ha cambiado gran parte de las relaciones laborales.

Riders de Uber Eats y Deliveroo reunidos en una ciudad.

Durante los últimos años, diferentes plataformas digitales han cambiado nuestras costumbres y hábitos de consumir información, recibir servicios o adquirir productos. Esta tendencia global ha creado el fenómeno conocido como economía de plataforma, basado en el intercambio de servicios o bienes mediante plataformas digitales.

La mayoría de estas plataformas han basado su éxito empresarial en cinco elementos característicos: El primero sería un buen análisis de las necesidades de los consumidores. Estas empresas han intentado integrar en sus servicios soluciones a problemas cotidianos que, en muchos casos, estaban por suplir. El segundo se basa en el proceso de simplificación de la experiencia de usuario. Las plataformas centralizan todas las gestiones mediante la aplicación móvil, con una usabilidad muy intuitiva y que reclama pocos esfuerzos por parte del cliente y del propio prestador de servicios o productos. El tercer elemento común de estas plataformas es la fuerte centralización de sus modelos empresariales. No corresponden a iniciativas locales que funcionan en una región determinada, sino que responden a grandes corporaciones que operan a nivel global. Como cuarto elemento característico, destacar su gran escalabilidad: tienen una gran capacidad de crecer, debido al poco coste marginal de sus propios servicios. Por último, nos encontramos con unas empresas que no solo venden servicios o productos concretos, sino que apuestan por las experiencias y una venta que viene acompañada de valores y de un estilo de vida determinado.

Gif sobre la plataforma Airbnb y sus experiencias
Ejemplo de cómo Airbnb vende experiencias, más allá de sus servicios de alquiler de apartamentos.

Las plataformas también han cambiado la forma en que muchos trabajadores se relacionan con las empresas. Las modalidades laborales se han visto afectadas por la irrupción y éxito de las plataformas digitales. En la mayoría de casos, la digitalización de las relaciones de trabajo ha venido acompañada de una fuerte temporalidad y precarización de las condiciones laborales.

Esta situación ha generado que los trabajadores que se encuentran en escenarios de precarización se organicen en diferentes colectivos que, mayoritariamente, no se basan en las estructuras clásicas de sindicato unitario.

En la mayoría de casos, la digitalización de las relaciones de trabajo ha venido acompañada de una fuerte temporalidad y precarización de las condiciones laborales.

Trabajadores de economía de plataforma (Deliveroo) en huelga.
Huelga de los repartidores de Deliveroo en Barcelona, 2017.

Estos colectivos autoorganizados nacen con el objetivo de defender los derechos laborales de los trabajadores de plataforma. Aunque estos grupos se han formado en diferentes sectores (transporte, logística, limpieza, etc.) muestran unos patrones comunes: 

  • Son colectivos nativos digitales: nacen y se organizan a través de internet y redes sociales. A nivel orgánico, pueden basarse en sencillos grupos de Telegram o perfiles de Twitter. 
  • Parten de organizaciones descentralizadas: la relación de los miembros es horizontal y no existen figuras jerárquicas que centralicen la toma de decisiones. 
  • Los miembros de los colectivos son los propios activistas: al mismo tiempo, son afectados y protagonistas de sus campañas. Al ser nativos digitales, las campañas pasan principalmente por las redes. 
  • Sus campañas tienden a viralizarse: gracias a su presencia en el mundo online y a su conocimiento del lenguaje digital. 
  • Usan lenguajes alternativos: adaptados a los canales que utilizan y con un tono que busca la empatía con otros colectivos similares. 

¿Son estos colectivos una vía para descentralizar el poder que tienen los sindicatos? ¿Los grupos autoorganizados son una forma de individualizar a los trabajadores para restarles poder?

En muchas ocasiones, la existencia de estos grupos ha sido bien vista por colectivos en defensa de los derechos laborales. Han sido objeto de múltiples reportajes en medios de comunicación por su novedad y originalidad en las campañas de protesta.

Otros actores clásicos, como los sindicatos, han recibido a estos grupos con más escepticismo y con dudas legítimas: ¿Son estos colectivos una vía para descentralizar el poder que tienen los sindicatos? ¿Los grupos autoorganizados son una forma de individualizar a los trabajadores para restarles poder? ¿Serán capaces estos grupos de extrapolar sus causas a un movimiento global para tener más fuerza de negociación? Otra pregunta pertinente es si los sindicatos podrán sumar a estos grupos a sus filas y hacerles ver su utilidad real para luchar por sus derechos.

Al final, los dos colectivos se pueden retroalmientar: los grupos autoorganizados pueden aprender de décadas de luchas laborales de los sindicatos y estos pueden aprender de la cultura digital y las nuevas formas de sindicalismo que han surgido a causa de la economía de plataforma.

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