(VII) Vigilancia del capitalismo digital

  • 14 enero, 2019
  • Por Alba Hahn

Morozov y Ávila debatieron sobre la vigilancia del capitalismo digital en el ciclo «Democracias bajo control», organizado por la Fundación Ernest Lluch.

debate sobre capitalismo digital

Evgeny Morozov y Renata Ávila debatiendo el pasado 18 de octubre en el Palau Macaya


Es difícil separar los aspectos económicos de los políticos. Estamos en manos de aquellos que tienen la propiedad de los recursos fundamentales o el control de las redes a través de las cuales estos se distribuyen y en un un momento histórico de gran innovación para la humanidad, las grandes empresas de Silicon Valley pueden adquirir gran poder tanto económico como político. A medida que se desarrollan y adquirimos más conocimientos y tecnologías, esta se convierte en una herramienta que puede ser usada tanto para el bien como para el mal.

Con esta reflexión de Joan Majó, presidente de la Fundació Ernest Lluch, arrancaba el diálogo Vigilancia del capitalismo digital del ciclo de conferencias Democracias bajo control.

El diálogo corrió a cargo de Evgeny Morozov, profesor y escritor bielorruso conocido por sus obras The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom y To save everything click here, así como por su colaboración con New Republic, y de Renata Ávila, abogada guatemalteca especializada en derechos digitales y activista por la confluencia entre tecnología y los derechos humanos, conocida por haber participado en la defensa de Julian Assange y Rigoberta Menchú, así como por ser la directora general de la Fundación Ciudadano Inteligente.  

Ávila abrió el diálogo lanzando la pregunta de si podemos seguir considerando el Internet un ámbito de dominio estadounidense.

Respecto a esta cuestión Morozov recordó el desarrollo de redes centralizadas (intranets) en países como Francia durante la década de los 60, y cómo a partir de los 70, con el aumento de la inversión provocado por la Guerra Fría, Estados Unidos logró la dominancia sobre Internet que se extendió hasta 2010. En la última década esta dominancia se está viendo recortada por los progresos de otros estados, especialmente China, en la construcción de sus propias redes, empezando un proceso de desamericanización del Internet.     

Ávila aprovechó para recuperar también el ejemplo cubano, un país aislado y con menos recursos, que sin embargo también ha podido desarrollar una intranet alejada de lo que denominó el Internet monetizado o Internet de los clicks. Para desarrollar este tipo de redes, subrayó también la importancia de alejarse del mantra de la imposibilidad de desarrollar diversos Internets, bajo la idea que ir en contra del Internet único en la sociedad globalizada es ir contra el interés público.

El escritor se pronunció en el mismo sentido, señalando que numerosos países se han dado cuenta de la necesidad de desarrollar recursos independientes que no dependan ni de Estados Unidos ni de China, ya que el Internet está avanzando hacia el uso de los datos personales recopilados para el desarrollo de numerosas tecnologías y ámbitos económicos, como la Inteligencia Artificial o los coches autónomos. De ahí la importancia para la independencia económica de que los datos que se producen en un país, permanezcan en el mismo país, si bien eso es difícil en un entorno internacional que castiga estas limitaciones.

Por su parte la abogada especializada en derechos digitales se centró en el concepto de los datos personales como modelo de colonialismo digital. En las sociedades de América Latina, que dependen de otros países para muchas tecnologías y que tienen una población con menor nivel educativo y una tasa de paro elevada, las personas pasan mucho tiempo conectadas, produciendo datos y alimentando a las empresas de otros países, convirtiéndose en mano de obra gratuita a la que se le roban los datos.

El diálogo giró entonces alrededor de la necesidad de relacionar las nuevas tecnologías con los poderes financieros. En este sentido Evgeny Morozov expuso que tendemos a pensar en el mundo digital como un polo de poder nuevo, aislado de los poderes tradicionales como el Pentágono o Wall Street, idea fomentada por la presentación de muchas compañías como grupos que quieren mejorar la sociedad y salvar el mundo, cuando realmente quieren recopilar nuestros datos personales.

Hay que tener en cuenta que durante la crisis financiera, donde muchas empresas tuvieron que cerrar y las economías globales se hundieron, los grandes capitales financieros invirtieron en empresas tecnológicas y digitales. Así, empresas como Uber o WeWork entre otras obtienen su financiación de los fondos soberanos de Arabia Saudí y Emiratos Árabes, lo cual tiene consecuencias que actualmente parecemos no comprender.

Renata Ávila subrayó por su parte la falta de investigación y mapeo sobre las fuentes de financiación de estas empresas, así como de un control de la evasión fiscal gracias al sistema offshore. Además se mostró contraria al discurso del desarrollo sostenible de las empresas tecnológicas, ya que lo que existe realmente es una carrera para conectar el mayor número de personas posibles para lograr acceso a sus datos personales, lo cual afecta principalmente a africanos, latinoamericanos y asiáticos perpetuando desigualdades.

Morozov señaló también que el mundo digital es una consecuencia del mundo en que vivimos, no una causa, y que muchas empresas como Uber son posibles debido a las tres décadas de liberalización de leyes laborales que han creado una gran cantidad de mano de obra barata. Mostró su preocupación también por la creación de grandes monopolios que incluso amenazan a los gobiernos locales que intentan limitar su actuación.

Ávila expuso que se está produciendo un patrón de uniformización de nuestras vidas, con la pérdida de la diversidad digital y cultural, a través del cual las empresas se aprovechan de poblaciones y políticos que son analfabetos digitales y no pueden posicionarse contra las grandes tecnológicas sin enfrentarse a una campaña de desprestigio.

La activista comentó también la paradoja de que en países como Guatemala, donde existen muchos call centers, el sistema educativo público emplea aplicaciones que proporciona la información de los niños a dichas empresas. Muchos de estos niños terminarán trabajando posteriormente en sitios como los call centers que terminarán desapareciendo precisamente por los datos que ellos mismos han proporcionado en la infancia. Por este motivo hay que invertir en fuentes de información públicas, que permitan salir de este ciclo.

Posteriormente se pasó a debatir el impacto del mundo digital en la democracia y particularmente en las elecciones. Evgeny Morozov se mostró optimista respecto a la concienciación ciudadana, señalando que la elección de Donald Trump gracias en parte al uso del mundo digital y los datos personales, ha despertado la preocupación de muchas personas.

Señaló en cambio con preocupación la necesidad de desvincular los sistemas de difusión de la información de la actual lógica de la publicidad en línea. No es la primera vez en la historia, dijo, que se publican noticias sin fundamento, pero es la primera vez que existen empresas que obtienen beneficios de los clicks que se hacen sobre dichas historias. Por ello tenemos que encontrar otro mecanismo para pagar por la información.

En este sentido Renata Ávila expuso su petición a las autoridades guatemaltecas de actualizar sus normativas para regular las nuevas plataformas de difusión y multar a aquellos que se salten las normas. Llamó también a ejercer un mayor control sobre el uso de los datos personales que hacen los partidos políticos para prohibir situaciones como la que llevó al escándalo de Cambridge Analytica. Llamó también a recordar el poder de la ley y de los ciudadanos, y su capacidad de luchar por la democracia.

Evgeny Morozov quiso cerrar el debate preguntando acerca de las medidas que pueden tomarse para controlar el creciente poder de las empresas tecnológicas, especialmente desde Europa, región que está perdiendo relevancia en este campo.

Ávila recalcó de nuevo la importancia de las cinco mil millones de personas que todavía no están conectadas, y de cómo la Unión Europea puede contribuir a conectarlas sin que se abusen sus derechos humanos en la competencia por la dominancia entre China y Estados Unidos. También señaló la necesidad de generar conciencia sobre los peligros del mundo digital.

En la misma línea Morozov consideró que Europa es todavía la región más rica del mundo en términos de PIB, y es una región donde existe un gran respeto a la privacidad, los derechos individuales y la autodeterminación en el mundo digital, por lo que el GDPR (Reglamento General de Protección de Datos) es muy importante para los ciudadanos. Por ello Europa tiene la posibilidad y la necesidad de convertirse en un tercer actor global en el mundo digital, debe actuar y construir infraestructura digital, cobrar a los gigantes tecnológicos, y emprender las medidas necesarias para asegurar su supervivencia económica.

Finalmente, Ávila concluyó con la idea de que si Europa logra recuperar la narrativa de productos y servicios de calidad, independientes de la manipulación de otros estados, muchos querrían adquirirlos, por lo que hay que inyectar autoestima en la región y rescatar la democracia en Europa.

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